Transmutación
Tocamos a los vivos con intención,
conscientes de que el toque lastima, alivia o acaricia.
Toco a este muerto como a un objeto,
con un toque preciso, utilitario.
Lo dispongo,
y añoro lo que el tacto distingue en la piel viva.
Primero, la tibieza.
La piel del muerto está húmeda y fría,
cubierta de una película muy fina que no moja,
al tacto más cercana a la niebla que al sudor.
Una niebla que oculta la tersura.
La piel del muerto es lisa,
sin la lisura viva de la piel
y su paisaje de accidentes diminutos.
En el peso también se distinguen los muertos de los vivos.
El suyo es un peso terco, indiferente e inflexible.
El empleado de la funeraria
despojado de sus modales tenues
por la realidad incontestable
de este peso muerto,
se lo lleva.
El orden de los objetos a mi alrededor se restablece.
Marcela Villegas
Nota de la autora: Este es el ejercicio desde un sentido que propuso Roberto. Lo escribí originalmente en prosa, pero luego me dí cuenta de que era un poema, o el modelo para armar uno. ¿Qué piensan ustedes?
Yo también creería que le va bien como poema, no parece (o no necesita ser) prosa. Me gustaron las imágenes que creaste, logré ver de qué estabas hablando sin que fuera algo obvio. Tal vez podrías incluso llevar esas imágenes (la piel, la textura, los fluidos, el peso) a un plano más sutil (más "poético", más metafórico), porque todavía se siente algo de la prosa... sin embargo no sé si realmente sea necesario. Es un texto interesante.
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